Vías Verdes

Las Vías Verdes son el resultado de acondicionar los antiguos trazados ferroviarios, que llevan tiempo en desuso, recuperándolos en la actualidad para el disfrute de cicloturistas, caminantes y amantes de la naturaleza, consolidándose como una de las formulas de reconversión del patrimonio ferroviario más imaginativas y beneficiosas para nuestra sociedad.

Las Vías son el mejor ejemplo de desarrollo sostenible. Se apuesta por una movilidad no motorizada, conocer nuestro patrimonio cultural y natural de forma ecológica, se consolidan nuevos espacios de encuentro y convivencia, revalorizando las poblaciones aledañas al ferrocarril. Allí donde se han fomentando actividades turísticas, relacionadas con este tipo de caminos desde una visión local se ha producido una reactivación económica de la localidad.

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La vocación de este tren fue claramente agrícola. Transportaba los productos hortofrutícolas de la vega del Tajuña y también abastecía a la capital de azúcar, gracias a la fábrica situada en la Poveda, próxima a Arganda. Años más tarde con su expansión, también se dedico a la extracción de grava de las canteras. Su destino eran las tierras aragonesas, sin embargo no paso de la alcarreña villa de Alocén, cuya estación hoy reposa en las aguas del embalse de Entrepeñas.

El tren del Tajuña, se le ha conocido popularmente como el tren de Arganda, que pita más que anda, sin embargo los habitantes de la Vega, lo conocían también por el nombre del rompecepas, conocido así por la facilidad de los viajeros para coger uvas de las viñas y volver a subir al tren en marcha.

El tren llegó a Ambite en 1916, entre traqueteos, humo y ruido en medio de fascinantes paisajes agrarios, que provocaban la lluvia amarilla del trigo e inundaba los vagones por las ventanas obligando, a las gentes usar el guardapolvo en sus trajes cuándo la cita era en un bautizo o boda. Mercancías y viajeros se repartían el espacio, las frutas y hortalizas se deslizaban por la vega para ser vendidas en el Mercado de la Cebada, la remolacha se dejaba en la azucarera mientras los hombres se liaban un cigarrillo y las mujeres se acicalaban para no perder la compostura. 

El tren del Tajuña paso por última vez en 1968, iba cargado de azúcar y con algún viajero, se lo tomo con calma y tardó su tiempo, las gentes de la vega salieron a despedirle como si de una autoridad se tratase; la estrecha vía fue desmantelada para vestir a otras vías; las vías verdes.
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